lunes, 25 de abril de 2011

Supersticiones y leyendas en torno a las campanas

Hubo una época en la que se creía que con el tañer de las campanas se podía ahuyentar a los espíritus, amedrentar a las brujas e incluso evitar epidemias.

Las campanas de las iglesias han estado cargadas desde sus inicios de una fuerte simbología religiosa, asociada tradicionalmente al catolicismo. De hecho, en la Edad Media la instalación de una nueva campana era todo un acontecimiento en muchos países cristianos y, tras ser bendecida, se celebraban grandes ceremonias acompañadas de suculentos banquetes.

Pero hubo un tiempo en que a las campanas se les confirieron una serie de poderes sobrenaturales que estaban por encima de cualquier explicación lógica. La superstición y ciertos ritos paganos fueron los responsables directos de estas atribuciones.

Campanadas contra la peste y los espíritus

El siglo XIV resultó ser una de las peores épocas que ha vivido Inglaterra. Uno de los principales motivos fue la epidemia de peste que invadió el país y que causó numerosas víctimas.

Fue durante este terrible periodo cuando decidieron asociar al tañido de las campanas propiedades mágicas capaces de ahuyentar a la Muerte Negra. Y la costumbre se propagó en el tiempo, ya que 300 años después un escritor inglés llamado Francis Hering escribió lo siguiente en su obra Reglas, instrucciones o advertencias para épocas de contagio pestilencial: “Que las campanas de ciudades suenen con frecuencia, con ello el aire se purifica”.

Por otra parte, en Europa, durante la Edad Media, se llegó a considerar que si se hacía sonar las campanas durante un entierro se conseguía alejar al espíritu del difunto.

Incluso los antiguos romanos atribuían a las campanas cierto protagonismo en sus ritos. Durante la celebración de la fiesta en honor de los muertos, en el mes de mayo, hacían sonar sus campanas de bronce mientras entonaban el siguiente cántico: “Espíritus de mis mayores, adelante”.

Igualmente, en el Pontifical Romano (libro litúrgico que reúne las celebraciones o conjunto de rituales que preside el obispo de una diócesis), se recomienda tocar las campanas para expulsar a los “espectros alocados de los muertos”.

Campanas fantasmagóricas

Son numerosas las leyendas que hablan de campanas que han empezado a sonar solas, sin la intervención del hombre.

El escritor francés Alejandro Dumas recoge en sus Cuentos de viajes por el sur de Francia que en el año 1407 se pudieron oír una serie de patéticos sonidos, entre ellos el tañer de una campana, momentos antes de que se hundiera un antiguo puente sobre el río Ródano.

En la ciudad de Méjico, una antigua leyenda cuenta que en la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe hubo un capellán que solía tocar las campanas puntual y diariamente. Tras contraer una grave enfermedad respiratoria el hombre no dejó de tocarlas, eso hizo que empeorase y que, poco tiempo después, muriera. Dicen que tras su muerte se seguían escuchando las campanas cuando nadie las tocaba y, tras retirar las cuerdas que las hacían tañer, todavía hoy se siguen escuchando.

En la ciudad polaca de Breslau, hasta mediados del siglo XVIII, sus habitantes estaban convencidos de que si la campana de su ciudad sonaba a su antojo era porque uno de los canónigos iba a morir.

Las brujas y las campanas

Existe una leyenda, que también surgió en Europa durante Edad Media, que asegura que las brujas y las campanas no son buenas compañeras. De hecho, se cuenta que las arpías odiaban y temían a las campanas de las iglesias, por ello eran acusadas de subir a los campanarios por la noche y robarlas.

En la localidad inglesa de Canewdon, en el condado de Exxes, se contaba que una gran campana, robada y arrojada al río por siete brujas, seguía sonando bajo el agua durante las tormentas.

En el pueblo barcelonés de Vallorguina existen diversas leyendas de brujas relacionadas con el dolmen que allí se encuentra. Una de ellas asegura que, antiguamente, cuando sobrevolaban las brujas el municipio con dirección al dolmen, eran tocadas las campanas de la iglesia con el fin de asustarlas; incluso, en algunas ocasiones, estas campanas repicaban solas, ya que las brujas habían maldecido esta iglesia y a su pueblo.

También se le atribuye a las campanas el poder de luchar contra los elementos. Por ejemplo en Malta, hasta el año 1852, se volteaban las campanas en todos los templos para evitar las fuertes borrascas. También a principios del siglo XIX se hacían sonar durante las tormentas en la parroquia inglesa de Dawlish, en Devon, con el fin de que el espíritu de las campanas prevaleciera sobre el espíritu del relámpago.

El original de este artículo mío se halla en Suite 101.


Campana en Rumania.

Créditos / Autoría: Lutz Fischer-Lamprecht

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